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© Manuela Sousa

DESCUBRIENDO

LOS MODOS DE VIDA RURALES

El concejo de Serpa tiene una impronta marcadamente rural y quien allí llega lo percibe, en virtud del paisaje que observa: viñas, olivos, cosechas y montado dominan el paisaje y expresan la vida agrícola de este territorio.

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EL MONTADO ES EL PAISAJE MÁS EMBLEMÁTICO DEL ALENTEJO

y en el concejo de Serpa está aún bien representado, especialmente en el área circundante al Vale dos Mortos y en los alrededores de Vila Nova de São Bento y Vila Verde de Ficalho. 


Su origen se remonta al antiguo bosque mediterráneo, cobertura vegetal que fue siendo adecuada y manipulada para obtener tierras agrícolas para sembrar cereales e instalar pastos, aunque de él también se aprovecha la madera y el carbón, la bellota y el corcho.


Ese perfeccionamiento se fue realizando con la intención de mejorar y rentabilizar los escasos recursos en una región caracterizada por un clima mediterráneo y suelos pobres. Tradicionalmente predominaba el montado de encina, aprovechado especialmente para cultivos herbáceos, pastos y barbechos, cría de ganado bovino, ovino, porcino y caprino, caza, recogida de setas y de hierbas aromáticas.

© Manuela Sousa

Es un paisaje milenario que, además de propiciar el desarrollo de estas actividades en modo extensivo, con reducido impacto medioambiental en un territorio en el que la sostenibilidad es un valor fundamental, se configura como uno de los ecosistemas más ricos del mundo. Proporciona refugio y alimento a una enorme diversidad de especies de fauna, muchas de ellas protegidas, siendo él mismo objeto de medidas de protección al amparo de la Directiva Hábitats. 


El montado apoya también servicios medioambientales muy importantes, tales como la regulación del ciclo del agua, la fijación del carbono, la prevención de la erosión, así como actividades de recreo y ocio.

Es un paisaje único que solo encuentra semejanzas en la dehesa del sur de España. Permite experiencias diversificadas, que incluyen la contemplación de los amplios horizontes pero, también, la interpretación de su vocación productiva o natural. Ha cobrado cada vez más relevancia en la acogida de recursos peatonales, deportes al aire libre y observación de aves. 


Su multifuncionalidad está igualmente bien expresada en el patrimonio inmaterial de la región: en la gastronomía, en las tradiciones de tipo etnográfico, en asociación a este mundo rural, como el cante, el imaginario y las leyendas, aspectos que se inspiran y tienen fuertes raíces en el montado.

Para entrar en contacto con su extraordinaria riqueza, aconsejamos un recorrido a pie hasta la ermita de Nª Sra. das Pazes, situada en una pequeña elevación a cerca de 2 km de Vila Verde de Ficalho, una pequeña capilla que está rodeada por un inmenso montado.

A lo largo del recorrido seguramente se encontrará con diferentes especies de avifauna que por allí buscan alimentos y refugio, razones adicionales que aumentan su interés. 


El acceso al Pulo do Lobo atraviesa, también, una considerable mancha de montado, mezclada con campos de cereales y pastos, donde, con suerte, podrá ver pastando algunos de los muchos rebaños de ovejas que producen la leche para el famoso queso Serpa. 

El montado alentejano se enfrenta, actualmente, a amenazas eminentes, sobre todo las que indican la sustitución de este tipo de cultivo y paisaje milenario por otras formas más rentables, a corto plazo, de explotación agropecuaria, dejando de lado las preocupaciones relacionadas con la sostenibilidad ambiental y el desarrollo local sostenible. Por esa razón, está en curso un proceso encabezado por la Entidad Regional de Turismo del Alentejo con el objetivo de obtener la clasificación patrimonial como paisaje protegido por la UNESCO. 

© Eco Sapiens

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