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© Vasco Neves

SERPA, TERRITORIO

El paisaje que todas estas etapas históricas fueron dibujando es la materia prima principal de la idea museológica que está en curso -SERPA MUSEO ABIERTO-, que da visibilidad a los modos de vida que mantuvieron las comunidades humanas residentes, abriendo de esta forma un amplio libro de historia cultural para deleite y enriquecimiento de aquellos que nos visitan.

EL TERRITORIO ADMINISTRATIVO DEL CONCEJO DE SERPA CONGREGA TRES UNIDADES DE PAISAJE

su historia está compuesta de los usos que cada uno de ellos le ha proporcionado. El río Guadiana, espina dorsal de la región, marca la economía de las tierras del pan, afirmada por muchos molinos de agua y por la importancia de la travesía entre la capital del distrito, Beja, y Serpa, y entre esta urbe y la frontera -antiquísima- con el reino de España. En la orilla izquierda, las onduladas llanuras prolongan las buenas tierras de cultivo, de barros rojizos, hasta las faldas de la sierra de Ficalho, bordeadas al norte por bolsas de minerales ferrosos y buena piedra caliza. Al sur, extendiéndose hacia la sierra de Mértola, zona que actualmente incluye el Parque Natural del Valle del Guadiana, tierras de matorrales densos, cotos de caza y de colmenares, rematan este territorio bravío del que el «Pulo do Lobo» es el símbolo perfecto.

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TIERRA RICA

EN PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO

 

Se conocen en el concejo de Serpa cerca de ocho centenas de sitios arqueológicos distribuidos desde los más antiguos vestigios relacionados con las primeras comunidades nómadas del Paleolítico, pasando por los primeros asentamientos nacidos con la agricultura a lo largo del Neolítico o por los incontables restos atribuidos a las edades de los metales (Cobre, Bronce y Hierro) que revelan la variedad de las riquezas naturales de la región y que llevaron al establecimiento humano mucho antes de la llegada de los romanos. 


Con estos se instalan villae, granjas destinadas a explotar y potenciar los recursos endógenos, que habrían de, parcialmente, sobrevivir a la caída del imperio y continuar a funcionar durante la Antigüedad Tardía, época en que la iglesia cristiana sustituyó el poder administrativo de Roma hasta la llegada del Islam, civilización que también dejó marcas duraderas, no solo en los artilugios arqueológicos que nos fueron legados, sino también en la toponimia y en muchas tradiciones que aún persisten.

A partir de la fundación de la nacionalidad, la organización funcionalmente dependiente de las órdenes militares (la orilla izquierda del Guadiana es administrada por la Orden de Avis), equilibrada por los poderes municipales (el 1er fuero de Serpa es otorgado por D.Dinis), lleva a que tan solo la franja litoral al Guadiana, hasta Brinches, al norte, y los bosques al sur, hasta el marco fronterizo natural que es el Pulo do Lobo estuviesen en una dependencia directa de la «villa blanca». Las fértiles tierras de Pias y los valles de Vargo solo fueron adscritos al municipio de Serpa en el siglo XIX, mediante la reforma liberal, retiradas al entonces amplio concejo de Moura. Ficalho, la "Fines" romana, estaba entonces algo más lejos, vigilante de la frontera y, en esa época, y desde la Edad Media, es un pequeño municipio autónomo.

En el siglo XVII, para cerrar un paso que permitiría ataques directos a Moura, se funda una nueva aldea, en la actualidad ya elevada al estatuto de Vila Nova, y consagrada a S. Bento, agrandándose hasta ser el magnífico templo actual la pequeña ermita que, en esa época, allí se localizaba. Se unen así, en esta parte, los territorios del actual concejo.

Hacia la frontera meridional con las tierras de Mértola, las serranías silvestres, sin límite exacto, pastos ideales para el "ganado del aire" (abejas). Las "malhadas" (colmenares) abundaron durante siglos en los cerros cuyos habitantes principales eran otros que no humanos: lobos, osos, águilas y otras aves rapaces eran los señores de estas colinas donde solo los pastores de los diferentes ganados transitaban los caminos poco más anchos que el espacio justo para caminar. Pero el Guadiana al sur daba -además de pesca con trampas de juncos hoy prohibidas- una línea de navegación que, aunque en algunos tramos exigía transbordos, unía estas tierras interiores con los circuitos de navegación que conectaban Mértola con los puntos del mundo. La devoción a Nª Sr.ª de Entre-as-Vinhas que los marineros de esta villa comparten con los brinchenses remarca un día a día compartido en épocas más antiguas, y el río sería sin duda el vínculo de unión del mismo. Repartido el baldío de esta sierra a finales del siglo XIX, se intensificaron los cultivos herbáceos y el pastoreo de ovinos, desde siempre el animal preferido, por su resiliencia al clima y por la leche con la que se elabora, hace dos mil años, el producto local que más lejos lleva el nombre de Serpa: el queso curado (más información aquí). La ampliación del territorio ya mencionado añadió tierras de aceite de oliva (más información aquí) y de vino (más información aquí), que en la actualidad son productos de excelencia y pilares relevantes de la economía local.

A finales del siglo XIX se intensificaron los cultivos herbáceos y el pastoreo de ovinos, desde siempre el animal preferido, por su resiliencia al clima y por la leche con la que se elabora, hace dos mil años, el producto local que más lejos lleva el nombre de Serpa: el queso curado. La ampliación del territorio añadió tierras de aceite de oliva y de vino, productos de excelencia y pilares relevantes de la economía local.

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